¿Qué descubrió Emma Pérez Ferreira?: la historia de una física nuclear clave para el país

La científica y académica argentina es una de las referentes más importantes del país, dado su aporte en el área de la educación y la investigación. Además, se destacó por ser pionera de la informática nacional.

Emma Pérez Ferreira nació el 2 de abril de 1925 en la provincia de Buenos Aires. Durante sus 80 años de vida se destacó como una excelente física que contribuyó en el avance de la ciencia nacional, así como también por ser pionera de la informática en Argentina.

Se formó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde estudió Ciencias Fisicomatemáticas y obtuvo su licenciatura en 1952. Unos años más tarde, se desempeñó como docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

Se doctoró en Física en 1960. Posteriormente, cursó estudios de posgrado en la Universidad de Durham en Inglaterra y en la Universidad de Bolonia en Italia, con una beca de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). 

Gracias a dicho apoyo económico, Pérez Ferreira se convirtió en una de las primeras científicas en formar parte del prestigioso equipo de esta institución. De hecho, fue la primera mujer en ocupar la presidencia de dicho organismo.

En detalle, desempeñó roles de alta responsabilidad en la CNEA, comenzando con la investigación científica en física nuclear de altas energías. Fue jefa del Departamento de Física Nuclear durante una década y más tarde Directora de Investigación y Desarrollo.

En 1976, fue nombrada directora del proyecto TANDAR (Tándem Argentino), una máquina aceleradora de iones pesados que posicionó al país a la vanguardia de la física nuclear experimental. 

De 1985 a 1989, participó como miembro del Consejo para la Consolidación de la Democracia bajo la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín. Además, ocupó la presidencia de la Comisión Nacional de Energía Atómica entre 1987 y 1989.

A partir de 1990, Emma fue directora del plan Red Teleinformática Académica (RETINA), una red académica precursora de Internet que conectaba y comunicaba computadoras entre universidades. 

Cuando la velocidad de RETINA no fue suficiente, lideró la implementación de redes académicas avanzadas para integrar al territorio argentino a Internet2, una red académica de Estados Unidos que permite la transferencia rápida de grandes volúmenes de datos. 

Tras grandes desarrollos tecnológicos y avances digitales, Argentina se integró como RETINA2 en diciembre de 2001. Esto le permitió a la comunidad educativa tener una experimentación avanzada y afianzar las colaboraciones internacionales entre investigadores, académicos y estudiantes.

Emma Pérez Ferreira falleció en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 28 de junio de 2005. En los Premios Konex 2003 Ciencia y Tecnología, recibió una mención especial por su destacada trayectoria.

¿Qué descubrió Emma Pérez Ferreira?

A principios de la década de 1970, Emma Pérez Ferreira enfocó su trabajo de tal manera que la Argentina pudo desarrollar una tecnología nuclear independiente. Esto le permitió al país expandirse dentro de la industria y competir con grandes rivales, tales como Estados Unidos.

Por su destacada labor, tras la construcción de la central nuclear de Embalse, fue designada responsable del Acuerdo de Transferencia de Tecnología con Canadá. Este acuerdo facilitó el acceso a conocimientos y promovió la construcción de capacidades locales para el desarrollo de la tecnología nuclear argentina.

A mediados de la década, Emma formó parte del grupo que aseguró el financiamiento necesario para instalar el acelerador de iones pesados, TANDAR. Este fue el resultado de su política de autonomía científica.

Dicho proyecto tuvo como objetivo posicionar al territorio argentino en lo más alto de la física nuclear experimental a nivel global. En esta línea, se encargó de negociar con el presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de ese momento, el contraalmirante Carlos Castro Madero.

Es importante resaltar que el TANDAR enfrentó controversias y críticas significativas, demandó más de una década de trabajo y costó unos USD70.000 millones. Finalmente, fue inaugurado en 1986, durante la presidencia de Raúl Alfonsín. 

Pese a las dificultades que se hicieron presentes, Emma defendió el proyecto local, convencida de su importante estrategia y de la necesidad de promover la investigación básica en el país.

Con la vuelta a la democrática, Emma formó parte del Consejo para la Consolidación de la Democracia, representando a la sociedad civil entre 1985 y 1989. En este caso, el equipo de trabajo estuvo conformado únicamente por dos personas: Emma y María Elena Walsh.

Las limitaciones machistas de la época no fueron un impedimento para ella a la hora de promover la participación democrática, a tal punto que llevó esta convicción más allá del discurso. En esta línea, convocó al Congreso de Objetivos y Políticas Institucionales (COPI), donde más de 6.000 empleados de la CNEA participaron en la planificación estratégica y en la toma de decisiones.

Su objetivo era escuchar y dialogar con aquellos que vivían los problemas cotidianos de la institución, promoviendo así una participación masiva en la construcción del futuro de la organización.

Emma Pérez Ferreira continuó en su cargo como presidenta de la CNEA hasta julio de 1989, momento en que la renuncia anticipada de Alfonsín obligó a un cambio de roles en la mayoría de los organismos del Estado. 

Durante ese periodo, se alzó al hombre la causa y enfrentó los desafíos que atravesaban al territorio argentino, incluyendo el desfinanciamiento y la inflación del final del gobierno radical. 

En ese contexto, tuvo que tomar decisiones difíciles, como dar de baja proyectos como la construcción de un ciclotrón propio, cerrar líneas de investigación y enfrentar el desafío de reparar una falla en la central de Atucha en 1988 con recursos propios.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *