La propuesta menos conocida de Santiago Ramón y Cajal en el mundo de la salud mental

El español hizo un aporte de suma importancia en el mundo de la neurociencia. Su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso lo llevó a ganar el Premio Nobel de Fisiología o Medicina a principios de la década del 90.

Santiago Ramón y Cajal nació el 1 de mayo de 1852, en España. Se crió en una familia cercana al mundo de la medicina, dado que su padre era un médico cirujano de renombre en el país. Con el paso del tiempo, se vinculó cada vez más a este nicho, a tal punto que se consagró como el padre de la neurociencia.

Su educación comenzó cuando cumplió cuatro años de edad. Hizo los estudios primarios, así como también los de bachillerato. En cada etapa vivida mostró un fuerte interés por la salud y la ciencia. 

En particular, a Santiago le atraía fuertemente el funcionamiento del cerebro. Sus representaciones complejas y cuidadas del desempeño de dicho órgano aún se utilizan en el sector para describir la estructura neuronal que sostiene la memoria y el pensamiento del ser humano.

En esta línea, fue en 1877 que compró un microscopio con sus propios fondos económicos. Al verse ligado también con las artes plásticas, en base a sus observaciones dibujó a mano alzada las minúsculas estructuras del cerebro, en particular las neuronas.

Para ello, usó una técnica creada por el médico italiano Camilo Golgi, la cual consistía en pintar de negro las neuronas de forma que se pudieran diferenciar de las células circundantes. 

Cajal tomó esta idea y la perfeccionó, al cartografiar el sistema nervioso central mediante un catálogo extraordinario de dibujos detallados que abarcaban numerosos espacios y zonas del seso. 

De esta manera, determinó que las neuronas se contactaban entre sí pero sin tocarse, una hipótesis que no se demostró científicamente hasta 1950. Se trataba de una teoría que remarcaba la diferencia entre cada célula nerviosa, así como aseguraba que estas se conectaban a través de la sinapsis. 

Por esta hipótesis, que luego se desarrolló con mayor profundidad, se convirtió en fue el primer científico español laureado con esta distinción. En tanto, recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1906.

Años más tarde, en 2017, se incluyeron algunos archivos de Ramón y Cajal –manuscritos científicos, dibujos, pinturas y fotografías- en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO.

Hasta el día de hoy se hacen llamamientos para que estos documentos se expongan en un espacio permanente de sitios culturales, como es el caso de los museos. El objetivo es que la población reconozca sus descubrimientos y la influencia que tuvieron en las neurociencias.

Por otra parte, su aporte trascendió a otros rubros como el del arte. Hace cuatro años, varios voluntarios a nivel global colaboraron con un proyecto de bordado propuesto por la Universidad de Edimburgo para bordar tapices a partir de sus icónicos dibujos. Algunos de ellos se mostraron en el Foro Virtual 2020, el cual llevó a cabo la Federación Europea de Sociedades de Neurociencias (FENS).

La experiencia de Ramon y Cajal como médico en la guerra de Cuba

Después de obtener su licencia en Medicina en 1873, Santiago fue convocado a cumplir con el servicio militar obligatorio. Después de varios meses, logró aprobar las oposiciones convocadas para el cuerpo de Sanidad Militar.

De inmediato fue trasladado a la Isla de Cuba, entonces provincia española. En aquel entonces, el sitio se encontraba inmerso en una guerra por su independencia, por lo que los servicios básicos como la atención a la salud se encontraban devastados.

Esta situación quedó reflejada cuando se enfermó de paludismo, una enfermedad mortal que contraen los humanos mediante los mosquitos infectados. Al verse afectado gravemente, se vio obligado a regresar a España, su país natal.

Los médicos también le diagnosticaron caquexia palúdica, un estado de extrema malnutrición, atrofia muscular, fatiga y debilidad causada por la enfermedad.

Fue en este momento clave en su vida que decidió comprarse un microscopio y algunos elementos claves como los reactivos, para poder trabajar en un modesto laboratorio. Así es como inició sus andares en el campo de la histología.

El regreso al territorio español le cambió la vida por completo, dado que pudo mejorar su salud y retomar su carrera académica. Su vocación científica tuvo lugar hasta el 17 de octubre de 1934, momento en el que falleció. En sus últimos años de vida, Santiago Ramón y Cajal fue sumamente reconocido a nivel global con premios y certificaciones. 

Su último artículo científico, basado en una sumatoria de ideas, había sido encargado por una revista alemana. La tardanza de cuatro años por parte de las autoridades no le permitieron corregirlo ni verlo impreso. Por este motivo, procedió a aligerar su texto y publicarlo en España. 

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