La historia de Andrés Carrasco, el científico que se opuso al glifosato y puso en jaque al agronegocio

El científico realizó grandes aportes con sus investigaciones en la biología del desarrollo. Durante varios años sostuvo que el glifosato es el gran responsable de las enfermedades en la sociedad.

Andrés Eduardo Carrasco fue un médico argentino de gran relevancia social, tanto en Argentina como en el resto del mundo. Nació el 16 de junio de 1946 y hasta el día de su muerte, el 10 de mayo de 2014, se mantuvo firme con su convicción: el glifosato enferma y ante contra el bienestar. 

En detalle, Carrasco se graduó como médico de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1971. Allí mismo se desempeñó como profesor de fisiología, biología celular y embriología durante diez años. Finalmente en 1981 comenzó a trabajar como becario posdoctoral de Edward De Robertis en la Universidad de Basilea, Suiza.

En dicha institución académica, se hizo responsable de la clonación y secuenciación del primer gen homeobox de vertebrados que llevaría el nombre de AC1/Hoxc6. Este mismo está implicado en el desarrollo de los individuos, lo cual fue sumamente importante para la comunidad.

En 1984, empezó a trabajar en el Instituto de Biología Celular y Molecular de la Universidad de Indiana (Estados Unidos), donde realizó la primera hibridación in situ en embriones de Xenopus laevis, una especie de anfibio experimental clave dentro de los laboratorios. 

Dicha investigación fue pionera a nivel global al demostrar la distribución espacial de un gen Hox con una sensibilidad suficiente para detectar ARN mensajero de baja abundancia en embriones de anfibios. Posteriormente, se unió al Departamento de Genética Molecular de la Universidad de Texas, donde investigó el ARN antisentido.

En 1990, Carrasco retornó al territorio argentino y obtuvo una posición como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Junto a su grupo de investigación, se centró en temas de embriología y neurociencia. Años más tarde, ocupó el rol de presidente dentro del organismo. 

En la década de 2000, su área de investigación cambió al interesarse por los efectos del glifosato, un herbicida comercializado por Monsanto bajo el nombre de Round-up, sobre el desarrollo de vertebrados. El uso del glifosato se había extendido en Argentina con la aparición de cultivos genéticamente modificados.

En 2010, Carrasco publicó en la revista Chemical Research in Toxicology los resultados de su trabajo. Utilizando un tipo de rana en particular, encontró que el herbicida causaba anomalías los huesos de la cara y la boca, así como también en el tubo neural. Asimismo, notó una fuerte pérdida de neuronas. 

Pese a su gran hallazgo, su estudio fue criticado por investigadores de la empresa de biotencología Monsanto, Dow Chemical y Syngenta, quienes argumentaron que las concentraciones usadas en el experimento eran mucho más altas de las que se encuentran en condiciones reales.

En 2011, se reveló que la Embajada de Estados Unidos en Argentina había investigado a Carrasco por sus publicaciones sobre el glifosato. Además, recibió llamadas anónimas amenazantes, y el exMinistro de Ciencia, José Lino Salvador Barañao, desacreditó su trabajo y defendió el uso del herbicida.

Finalmente, Carrasco falleció el 10 de mayo de 2014 en la provincia de Buenos Aires a causa de un infarto.

El polémico trabajo de Andrés Carrasco sobre el uso del glifosato

El médico argentino especializado en biología molecular demostró lo que desde hacía tiempo organizaciones sociales y vecinos de pueblos fumigados venían denunciando: los productos que se usan para tratar las plantaciones transgénicas, especialmente la soja, tenían efectos tóxicos. 

El científico lo evidenció a través de experimentos con anfibios: los embriones expuestos al glifosato —el principio activo del herbicida más utilizado para estos cultivos— presentaban diversas deformaciones.

Hasta entonces, Monsanto y otras empresas del agronegocio habían logrado imponer la idea de que el glifosato era inofensivo, respaldados por científicos reconocidos, sin que surgieran voces académicas en contra.

Tras su aporte en el campo de la industria, nada volvió a ser lo mismo. Distintas organizaciones sociales, campesinos, familias y activistas tomaron su trabajo de campo como una prueba de lo que vivían en el territorio.

Para el propio Carrasco, la situación también cambió drásticamente. A medida que se involucraba más en denuncias detalladas contra el modelo agropecuario, comenzó a enfrentar serias dificultades. En esta línea, las empresas agroquímicas fueron las primeras en atacarlo.

De hecho, según denunció el académico, los abogados de Casafe – la asociación que agrupa a las empresas fabricantes de agrotóxicos- lo visitaron en su laboratorio para intimidarlo. Esto surgió particularmente después de que Carrasco participara de asambleas ciudadanas, coloquios científicos alternativos, manifestaciones y acciones de vecinos fumigados.

En 2010, mientras hablaba en una escuela de la provincia de Chaco, una zona intensamente fumigada, fue agredido por productores arroceros. En tanto, en 2011, Wikileaks reveló documentos de la embajada de Estados Unidos que mostraban el espionaje realizado por Monsanto. 

Dichos escenario aparecen en el marco de las constantes denuncias contra el modelo agroquímico y el uso del glifosato. Este fue el motivo por el que se generaron polémicas con empresas, funcionarios y sectores políticos, que cuestionaron la veracidad de sus estudios.

En mayo de 2009, más de 300 científicos, intelectuales, defensores de derechos humanos y organizaciones sociales, tanto nacionales como extranjeras, salieron en defensa de sus trabajos, ante las críticas de compañías agroquímicas, cámaras empresariales, algunos funcionarios y medios de comunicación.

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